Hace un par de semanas, día arriba-día abajo, me dí cuenta -no sin asustarme- de que las canciones que tenía de Gwen Stefani en solitario comenzaban a gustarme. Así que en un paseo por la Fnac busqué sus discos. Tan sólo tenían el segundo, The Sweet Escape. Lo agarré por banda, pero el sentimiento de culpabilidad era tal que me acerqué a la zona de
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